“Mejor que no hablen, el país se pondrá en contra de lo que sea que digan”, es uno de los comentarios de pasillo que explican la ausencia de la elite económica en la discusión pública. Este argumento esconde desde el tácito enfrentamiento entre las personas con el empresariado, hasta la deslegitimación de hacer empresa. Aquilatando lo grave de lo que se esconde bajo la alfombra, ¿Es el silencio la mejor contribución del empresariado hacía el país? 

Si van a decir lo mismo de siempre, si, mejor que se queden callados. Para salir a defender los intereses particulares desde la trinchera, no se necesitan representantes. Sobra la política cuando las posiciones son claras e intransables, mejor mandar un mail. Ahora bien, si entran al debate nacional con un ánimo de poner el país por delate, la cosa cambia: el país necesita que los líderes de los principales sectores productores del país lideren. Eso no significa caer en discusiones binarias de suma cero, sino que abrir debates más complejos, donde se plantee el beneficio del país como fin último, salvaguardando intereses particulares; no al revés.  

Es un tema de prioridades en el fondo y forma, primero el país, después el sector. ¿Por qué? Primero, esta premisa predispone a las partes a colaborar, abordar los problemas mirando con perspectiva y abrirse a soluciones antes impensadas. Segundo, porque es impresentable política y éticamente que lo elite siga defendiendo sus intereses en desmedro del país. Si sus intereses están en línea con el resto, no habría problema de poner alterar el orden de los factores a la hora de enunciarlos y discutirlos. Tercero, por que es lo mínimo. No sirve de nada andar por la vida golpeándose el pecho, si cuando hay que ser genuinamente buena gente, se privilegia defender un par de pesos en el corto plazo, frente a la prosperidad colectiva en el largo.  

No nos podemos dar el lujo de prescindir de la participación empresarial, urge que pongan sus ideas sobre la mesa para enfrentar los desafíos del país. Propuestas más sofisticadas que el obvio simplismo de “crecer más” (a ver como les va diciendo en una reunión de directorio que hay que vender más). La discusión pública hoy es mucho más amplía la constitucional; modelo de desarrollo, de impuestos, de empleo, de productividad, cambio climático y tantos otros temas relevantes, en donde es pertinente contar con los insumos del mundo empresarial. En cada frente es necesario diseñar estrategias público-privadas de corto, mediano y largo plazo, haciéndose cargo de los aspectos tanto políticos como técnicos. 

La elite empresarial necesita aceptar que es un actor político relevante, no simplemente uno económico-privado. Que para estar a la altura no se puede seguir jugando a la defensa eternamente, sino que, todo lo contrario. El país necesita que entren a la cancha con ánimo de hacer política, de dialogar mucho más de lo que están acostumbrados, de quedarse más tiempo en los problemas que no se resuelven con jerarquías, sino que, con consensos, y de construir confianzas con aparentes enemigos, que no lo son. Para construir este país nos necesitamos a todos. 

 

Columna originalmente publicada por La Tercera

https://www.latercera.com/opinion/noticia/desde-el-silencio/EX3WGR6RHBHHVKPYMFTVHLBOEY/

Tomás Sánchez V. 

Autor de Public Inc. 

Investigador Asociado, Horizontal.